lunes, 14 de mayo de 2012

La prodigiosa tarde de Baltazar




La prodigiosa tarde de Baltazar
(Los funerales de la Mamá Grande, 1962)
         La jaula estaba terminada. Baltazar la colgó en el alero, por la fuerza de la costumbre, y cuando acabó de almorzar ya se decía por todos lados que era la jaula más bella del mundo. Tanta gente vino a verla, que se for­mó un tumulto frente a la casa, y Baltazar tuvo que descolgarla y cerrar la carpintería.
         —Tienes que afeitarte —le dijo Úrsula, su mujer—. Pareces un capuchino.
         —Es malo afeitarse después del almuerzo —dijo Baltazar.
         Tenía una barba de dos semanas, un ca­bello corto, duro y parado como las crines de un mulo, y una expresión general de mucha­cho.
Temas: la incertidumbre, la soledad, la desesperanza, las clases sociales, los conflictos políticos y sociales

Baltazar es un artesano pobre y de vida sencilla.  Su vocación artística no es comprendida por nadie, excepto por los niños.  La jaula que Baltazar construye es algo increíble de ver.  La edad y el oficio de Baltasar son los de Jesucristo.
José Montiel es el hombre más rico del pueblo.  No puede dormir con el ventilador prendido a pesar del calor agobiante por temor a la muerte. 
Ambiente: La ciudad parece una aldea olvidada. Hay calles polvorientas.  El calor agobiante, inclemente.  El calor evoca lentitud, desgano, adormecimiento, fatiga de la vida.

 En "La prodigiosa tarde de Baltazar" asoman  algunos rasgos de lo que se conoce como realismo mágico; y eso puede verse desde el título, donde se usa una palabra exagerada y grandilocuente como "prodigiosa", que encierra en su significado una alusión directa a algo extraordinario, algo fuera de lo cotidiano, algo que no es del todo normal.

También está, dentro de la línea argumental, la jaula que Baltazar construye, que es una jaula inverosímil, propia de un cuento de hadas por su belleza única e irrepetible. Finalmente, en la galería de los personajes, hallamos un José Montiel
desmesurado y cruel, incapaz de dormir con el ventilador prendido a pesar del calor agobiante, por temor a que alguien se metiera en su casa y lo matara por todas sus atrocidades. Pero todos estos elementos, conjugados, están enmarcados en una trama donde los conflictos sociales y políticos ocupan el primer plano.

Esto explica por qué la gente del pueblo le tiene antipatía y muestra su solidaridad con Baltazar, al creer ingenuamente que ha sido capaz de ganarle a Montiel una pequeña batalla comercial tras venderle a un precio elevado una jaula para turpiales.

En la cúspide de la pirámide social tenemos a José Montiel, rico y poderoso; en medio tenemos al Dr. Giraldo, profesional sensible; y en la base está Baltazar,
artesano pobre y sencillo que se gana la vida como carpintero. Sabemos además, por la información obtenida en otros cuentos de García Márquez, que la situación política del pueblo es caótica y que Montiel ha obtenido toda su riqueza y su poder por medio del abuso y el crimen. 


Aunque el conflicto social está en un primer plano, existen al interior del relato otro tipo de confrontaciones. Por ejemplo, la confrontación entre los adultos y los niños, puesto que los primeros o bien desprecian la jaula (como Montiel) o bien le ponen un precio (como el Dr. Giraldo y Úrsula), mientras que los últimos admiran alelados su belleza e inconscientemente saben que la misma no tiene precio.

Luego está la confrontación entre Baltazar y Úrsula, su mujer, en su percepción de la realidad; Baltazar es un artista, lo suyo no es "profesión" sino "vocación", que lo have vivir en un mundo imaginario que no sabe de precios ni de mercancías; Úrsula, en cambio, tiene los pies bien puestos sobre la tierra y toma las decisiones con un pragmatismo y una frialdad que Baltazar acepta sin protestar.

He aquí una primera conclusión de importancia: "La prodigiosa tarde de Baltazar" es la historia de un hombre doblemente marginado, primero por su condición de pobre y segundo por su condición de artista. Y debido a esta marginación, encuentra un refugio en su arte, se vuelca a un mundo imaginario donde contempla embriagado miles de jaulas preciosas, admiradas y deseadas por todos.

García Márquez ha dicho muchas veces que el tema central de su obra es la soledad. En el relato que hoy nos ocupa, la soledad de Baltazar es la soledad del artista. No lo comprende nadie, excepto los niños. Montiel lo desprecia, el Dr. Giraldo le dice apenado "hubieras sido un extraordinario arquitecto" y Úrsula lo regaña por entregarse con tanta pasión a su arte, convirtiéndolo en un fin y no en un medio.

Pero precisamente por esta incomprensión es que Baltazar se eleva por sobre todo el pueblo. En el episodio de su entrevista con Montiel, cuando éste último pretende humillarlo insultándole y llamando "cacharro" a su jaula, a su obra maestra, las palabras hirientes no afectan a Baltazar porque él está en otro plano, es superior al hombre rico que le maltrata, es más, le tiene compasión.

Por eso es que cuando Baltazar piensa en Montiel, siente piedad por sus padecimientos de hombre rico, por sus achaques que lo llevarán a morir de una simple rabieta, por su esposa que tiene una obsesión enfermiza con la muerte.
Su superioridad moral queda revelada en el mencionado episodio, cuando Baltazar, convencido de que Montiel no le dará un centavo por la jaula que encargó su pequeño hijo, se la regala al niño y se marcha. La jaula pues no tiene precio, es tan bella que no queda sino corroborar lo que dice el Dr. Giraldo: "Ni siquiera será necesario ponerle pájaros . . . Bastará con colgarla entre los árboles para que cante sola".


La obra de García Márquez tiene otro tema, aparte de la soledad. Es la desesperanza. En su novela El coronel no tiene quien le escriba, por ejemplo, el personaje está condenado a esperar una carta que nunca llega.
Turpiales al atardecer
En "La prodigiosa tarde de Baltazar" vemos unos pueblerinos sumergidos en el aburrimiento, sin esperanzas de cambiar la realidad que los oprime, como si fueran títeres de una historia tumultuosa plagada de abusos, injusticias, rebeliones sofocadas, tiranos excesivos, etc.
La ciudad parece una aldea olvidada de calles polvorientas donde el calor agobiante lo cubre todo, sumiendo a todos en el sopor y el adormecimiento.

 El calor es fundamental en la obra de García Márquez porque evoca lentitud, desgano, adormecimiento, fatiga de la vida.



http://www.literatura.us/garciamarquez/baltazar.html
http://galdar.blogspot.com/


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